Ya estamos en verano y buscamos algún calzado más fresco. Apetece quitarnos los calcetines e ir con sandalias o chanclas. Después de tantos meses los dedos necesitan más libertad y pueden participar mejor en el apoyo.

El dedo gordo (el llamado hallux) juega un papel importante; investigaciones han demostrado que la mayoría de las deformaciones de los pies se inician con la inclinación del dedo gordo hacía el dedo vecino debido al tipo de calzado.

Los niños antes de los 3 años tienen los dedos abiertos y el dedo gordo está perfectamente alineado. Esto se mantiene durante toda la vida en personas que viven descalzas (India, África), es por ello que no suelen tener problemas articulares. Sin embargo, vemos que el ángulo de inclinación se incrementa con los años al llevar calzado cerrado, en las mujeres más que en los hombres porque compran más a menudo zapatos de un número menos del que necesitan, son estrechos o llevan tacones.

Cuando el dedo se empieza a desviar se trastorna la dinámica de los puentes del pie y pueden desarrollarse pies cavos o planos / valgo. Además, disminuye la fuerza del apoyo y la amortiguación. Esto a la larga se traduce en patologías degenerativas(como artrosis) de rodillas, cadera y espalda.

El zapato más antiguo que se ha encontrado hace 8300 años es un tipo sandalia Romana. El homo sapiens existe hace unos 100.000 años. Por lo visto todavía estamos diseñados para ir descalzos.

Personas con desviaciones de los pies pueden recuperarse andando mucho descalzas y con zapatos minimalistas: sandalias romanas, chanclas, etc. Algunas personas con deformaciones importantes necesitan realizar ciertos estiramientos y ejercicios de apoyo guiado por un profesional.

Para comenzar el cambio aprovechemos el verano para sentir la arena las piedras y otras estructuras del suelo y entrenar los pies. En otoño hay que continuar cuidándose y mandaremos nuevas recomendaciones